mayo 28, 2006

En Vietnam conocí a Dadá


Cuando hojeaba unas revistas de mi padre, sus Life de colección, vi fotos de la guerra en Vietnam. Napalm, cuerpos despedazados, caras asiáticas, y a los chicos yanquis no se les veía. Siempre triunfantes y sonrosados, se quedaban en la reserva fotográfica optimista.
Mi madre había sido una chica que usaba pantalones acampanados, chalecos de gamuza y que leía a Dadá. Entonces todo se cruzó y la guerra se transformó en la victoria de los vietnamitas y yo escribí una especie de vergonzante haiku y quise ser como Dadá, provocador, sin los modales de un señor que se acicala verbalmente y transcribe los manifiestos Dadá para recibir felicitaciones y aplausos.
Venga la ofensa, y que sea inteligente. Si es idiota, nunca me tocará. Rebotará y en la inmanencia coexistiré con mis palabras dispersas. Venga el "oye Tzarel, te digo que..." o el silencio ya que escribo sin reloj a la vista ni extrañando a alguna mujer. Ni a un hombre, a nadie. Es que he colgado mis sueños en la parte hermética de mi cerebro. Pura autodefensa y el ensueño musical es mi única complacencia. Dadá es musical y denso, ajeno a las modas aunque fue una. Dadá incomulgable con melodías suaves que hablan de disparos y de chicas lindas llorando. Dadá está más allá y si no lo sabes, intenta saberlo.

mayo 25, 2006

Soledad y multitudes

Desde mi infancia, fui huraño. Vi películas a solas, cuando mis padres viajaban y las chicas que me debían cuidar se iban con sus enamorados a sus cuartos y el ama de llaves fumaba con solemnidad en la cocina, relajada e indiferente a mis juegos.

Me hice adicto a la música con Aranjuez de Ricardo de Falla y con Mozart.

Crecí como un chico extraño que prefería las óperas al rock. Hasta que conocí a Pynk Floyd.

A los 14 años me perdí entre una multitud, y me gustó el ritmo de los pasos sobre el asfalto. Por eso nunca detesté a las multitudes ni les temí.

Cuando Dadá llegó a mi vida, ya estaba listo para existir en sus sonidos e imágenes.
Existo. Allá, acá. Estoy en la ciudad Dadá.

Bienvenidos a este espacio con fondo negro y música que sale de mis neuronas y sueños.

mayo 14, 2006

La pureza

Sólo está en la voz que canta separada de la vileza mundana.


Está en la voz de María Callas.


Mi soledad me arroja a un territorio musical, ya lo dije, extremo.


Estuve leyendo a Blake. Me siento bien. Mañana iré a ver las palomas que hablan en la plazuela del barrio.


Palomas cagando mientras los chiquillos corren, se caen y lloran,

Un monumento pintarrajeado y seda de manos niñas en cada niño que cataplun, se va.






María, gloria eterna a ti.