julio 24, 2006

Lobotomía al borde del abismo

Sin delicadeza pasé una cunícula al cerebro de la esclava de sus palabras.

Era yo un mercenario, sin embargo este trabajo lo hice con libre albedrío. Odiaba la estupidez. Simultáneamente me era imposible odiar a aquel especimen humano, y finalmente la compadecí como se compadece a un animal herido que antes se comió un halcón cachorro.
Dejé mis instrumentos cubiertos de sangre unos instantes, y luego de ver cómo la infeliz decía incoherencias, arrojé mi mandil al abismo y cargué a la muchacha con un asco contenido.

Ni Jack el destripador podría haber tenido más asco.

Nunca he estrangulado a nadie, solamente hice una lobotomía salvaje al borde del abismo. Aún viene a mi cerebro aquella tormenta naciente mientras la muchacha estornudaba.
El cielo se volvió negro como en el Apocalipsis imaginado. Yo estaba solo.

julio 12, 2006

Syd Barrett y yo

Lucifer exige mi alma por darme el genio de Syd Barrett.

Estamos en medio de mi sala gótica, y sus risa resuena en la noche.

Sé que es un sueño. Syd soy yo ahora, Syd tiene mis ojos y mi voz . Él/yo amamos a la extraña noctámbula.

Lucifer ha desaparecido y ella viene con su cámara digital en mano.

Ella me reconoce y toca mis ojos. Lucifer me espía y le hago trampa. Le hago bromas para despistarlo. A él le seducen las bromas, no es aburrido como Dios.


Salto intempestivamente de una torre de platino. El castillo ha desaparecido, ella nunca desaparece. Yo tampoco, voy cayendo y no desaparezco.

Ahora que soy Syd Barrett seré inmortal.


julio 01, 2006

Frank Zappa y las mujeres que me gustan

Es una revelación impronta.
Hace tiempo que me preguntaba por qué estoy tan solitario y sereno.
La música me cuida y yo entreveo sus señales misteriosas.
Es la sinestesia admirada que se me ha colado por el loco Frank Zappa y mi necesidad de amar mujeres que no sorprenden al entrar a un sitio, sino cuando las conoces y te miran a los ojos.
O es una mujer que jamás vi.
Es una mujer que veo y que me ve. Es el sonido partido, la difuminación de mi propio corazón, el eco de un poema dadá, la sombra de un seno.
Tengo mis proyectos, y dezlenable sería el intento de abandonarlos. Viajo con frecuencia. No me importa lo que a muchos importa.
Me importa esa mujer, esos sonidos, y después somos el silencio y yo solos.